11 dic 2014

PARONAMA: Los desafíos de la Política

Los desafíos de la política son los desafíos del Kirchnerismo. Política y Kirchnerismo son iguales, aunque no lo mismo. Pero antes de que alguien pegue un grito en el cielo, exaltado por una aserción que le impresiona, que le sorprende y que le sopla a la cara como un aire de fanatismo o pedantería, cabe hacer las aclaraciones pertinentes.






1. En un poco más de una década, el Kirchnerismo se encargó de construir una estructura política militante. La novedad respecto a otras épocas –la del 90’ por ejemplo- es la masiva participación de jóvenes que, como dicen muchos, “volvieron a creer”. Este ha sido un proceso capitalizado: No basta con solo tener “el Aparato” para convencer a multitudes de jóvenes de creer en un proyecto. No caigamos en ingenuidades, ni en discursos arcaicos sobre el poder de la manipulación de las masas. Tengamos en cuenta que siempre se requiere de un grado de predisposición en el corazón de todos los ciudadanos para hacer entrar esas ideas, tierra fértil. Ahora bien, el Aparato es importante, porque con él voy a “fogonear” la mitificación de los líderes del Movimiento, intensifico los grados de identificación del militante con los dirigentes, genero un vínculo (que es más que una relación. Ver Lacán). En suma, tenemos un fenómeno nuevo, positivo que hay que saber capitalizar y para esto sirve el aparato.
2. Lo siguiente se deriva de lo anterior: La cuestión de las Bases ¿Qué lugar ocupan hoy? ¿Son espacios de consulta por parte de los tomadores de decisiones? ¿O serán meros instrumentos útiles de legitimación de un político que pretende posicionarse? ¿O las dos cosas? Es sabido que gran parte de la Militancia Kirchnerista, de las Bases, no mira con buenos ojos los espacios ganados por Scioli, o por Berni, por ejemplo (este último con sus identificaciones de la delincuencia y los extranjeros, que despiertan las reacciones xenófobas más odiosas) o de políticos como Isaurralde o inclusive –y ahora hablo a título personal- la protección innecesaria a un vicepresidente que está siendo investigado por la justicia, y que sumado a la insistencia mediática de entrar en el Inconsciente Colectivo de la ciudadanía: para que vea “Corrupción en el Kirchnerismo” y “Kirchnerismo en la Corrupción”, sea un costo político de alto grado para el Movimiento y para la Política en general (insisto con que afuera del Kirchnerismo no hay Política militante y los últimos intentos de la oposición por confluir y complotar han devenido en papelones sin regreso).

3. En tercer lugar, veo un estado de tensión al interior de las Organizaciones Políticas, que alcanza inclusive a los partidos y movimientos de oposición. La sagacidad electoralista por parte de los dirigentes los ha cegado escandalosamente: a) Binner y sus comentarios más que desafortunados, esclarecedores. Una opción supuestamente de centro-izquierda que “votaría por Capriles y que confía en la Mano Invisible del Mercado” ¡Por favor, no hagamos caer la culpa de esto a sus militantes! b) Pino Solanas se había unido con Carrió y Victoria Donda con Prat Gay. Esto también generó disidentes al interior de Proyecto Sur, pero no parece ser tan importantes las bases en estas cuestiones. c) La UCR de Ernesto Sanz y Gerardo Morales haciéndole guiños a la derecha. Lejos quedó la famosa frase de Alfonsín: “Si la sociedad se hubiese derechizado, lo que la UCR debe hacer es prepararse para perder elecciones, pero nunca hacerse conservadora” (frase célebre que marcaba una diferencia con el Peronismo, que prefiere la adaptación a la resistencia). Esto también trajo aparejado disidencias, algunas muy valorables como la irrupción de los Irromplibles, con Leandro Santoro a la cabeza, que proponen un “Radicalismo radical”, escuchando a las raíces, entre los que Alfonsín es una figura de consulta permanente. d) El Kirchnerismo tiene la virtud de verse homogéneo para los que miran desde afuera de sus filas. Pero lo cierto es que si bien “marchan juntos”, muchos se han separado. Sus problemas residen en ciertas fallas o vicios que impone una estructura orgánica verticalista, en los que los responsables de las Organizaciones son elegidos a dedos, tal vez, en parte, por haber hecho contactos con “superiores” de Buenos Aires, desde donde se decide todo. Esto ha generado un hiato entre los Responsables y los militantes, muchos de los cuales no se sienten representados (aunque sí siempre con el Proyecto, con Nestor y Cristina) y algunos optaron por la disidencia. Otro factor que ha ayudado a éste fenómeno, es el argumento de “la orgánica” ¿Qué es la Orgánica? Es una estructuración necesaria si es que se quiere algo de coherencia. Pero también ha sido utilizado como argumento por parte de los responsables para justificar sus acciones y omisiones. Están como sujetados a la orgánica. Y a ésta, se le ha dado una entidad sobredimensionada, que ha apagado el fuego militante de muchos, ahora devenidos en pseudos-burócratas que temen “hacer lío” por si se los acusa de “des-orgánicos”.


4. Por último, para no extenderme demasiado, quiero hacer hincapié en un elemento definitorio en estos tiempos: El lugar que ocupa la historia y qué utilidad le damos. Una caracterización de la militancia específicamente Kirchnerista es el fuerte sentido histórico con la cual se milita. Esto atrae a algunos a tildarla de “setentista”, para no decirla anacrónica. Como fuere, la historia está presente y es un elemento recurrente: ya sea en la formación de las bases, en los recursos comparativos con estos nuevos tiempos, en las viejas disputas que toman parte hoy mismo, en los mártires que dieron su vida por una Latinoamérica unida e independiente, etc. Sin embargo, me urge la necesidad de expresar un posible peligro: ¿Dónde queda toda esa narración del pasado que bien sostenemos está más presente que nunca? A muchos les gusta rascar en la Historia por el simple placer de contemplarla (Leen el Peronismo como si fuera el “Hobbit”) Se olvidan que la historia es “pragmática”: son conocimientos para la acción. 
¿Y por qué traer a colación ésta opinión? ¿Cuál es el peligro que se prevé? La moderación es el gran peligro y éste tiene un representante en la coyuntura actual, Daniel Scioli. El aparato lo ha elegido. Sostengo que los mayores peligros provienen del interior de las cosas, de nosotros mismos, ese “germen de la propia autodestrucción”. Los fracasos de la oposición han dejado a un Oficialismo casi en solitario para disputar el poder, no reniego de eso, Massa me parece el peor de todos, sin dudas. Pero así como se han gestado las cosas, un ballotage Massa-Scioli sería una derrota de la profundización del modelo ¿Qué aprendimos? ¿Acaso Menem –hoy vituperado por todos- no salió de las filas del Peronismo? Sí, llegó con un discurso. Así también Scioli, quien obviamente estando tan cerca del poder no cometerá atropellos –nunca lo hizo. Y permítaseme desconfiar de la gente que se ubica en un “ni aquí, ni allá” ¿Qué aprendimos de la historia, votaremos a Scioli? ¿No tendrían, las bases, hacerse valer por sus propios medios? ¿No será que la “Orga” les ha quitado la rebeldía? ¿Militar significa acatar lo que viene de arriba? ¿Gobernar, será un mero adaptarse al paradigma reinante? Porque muchos de los que hoy se rasgan las vestiduras en contra del Neoliberalismo, fueron sus principales defensores hace veinte años ¿Para qué queremos a la historia? Para solo rememorar otros tiempos o para forzarla a que no se repita “nunca más”. El peligro de las fuerzas centrípetas de la historia es que nos mete en el remolino del “eterno retorno de lo mismo”, sin dejarnos salir. El desafío hoy, está en dejar de ser “hijos de nuestro tiempo”, ser maquiavélicos hasta donde se debe, a partir de lo cual damos un batacazo inesperado ¿No fue eso lo que hizo Hugo Chavez?


Santiago Riveros Oliva
Estudiante de Ciencias Políticas de la UNSJ


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