26 abr 2018

Jorge Alemán por Jorge Costela

Lo que el mundo denominó crisis en la primera década del 2000 no es una crisis, es un nuevo modelo de articulación del capital. Se utiliza el significante crisis para ocultarlo. Se dice: hay un estado de cosas que debemos resolver porque así no se puede seguir; una vez hayamos tomado las decisiones correctas  todo se restablecerá al punto de bienestar anterior. Y lo que en realidad está sucediendo es una serie de maniobras que tienen por resultado; por un lado la acumulación de recursos planetarios cada vez en menos manos y por el otro (de manera concomitante) el ordenamiento del mundo a los fines de la técnica. La técnica que avanza como un emperador cyborg  (sin sujeto) sobre la humanidad.




            Movimiento circular que se da a partir de esta maniobra manipuladora del capitalismo (lo mentado como crisis); se exige la renuncia a todo tipo de derechos y ese ahorro de goce[i] se acumula en otro lado (en el emporio accionario, bélico, etc.), vuelve a solicitarse más y más renuncias y el circuito recomienza. Exactamente así describió Lacan al discurso capitalista.
Dado esto, hay que volver a pensar la política en términos emancipatorios. Por qué, porque el mundo marcha hacia su propio exterminio, prueba de ello es que se piensa el fin del mundo antes que el fin del capitalismo. Uno puede imaginar (como lo hace el cine Hollywoodense) las góndolas repletas de los supermercados y ningún sujeto sobreviviente, ningún testigo del crimen. 
            El problema que se nos presenta ahora, en este nuevo proceso emancipatorio es que el discurso del capital y su circularidad implica a los sujetos, llegando a producirse lo que podemos llamar servidumbre voluntaria. Esa servidumbre voluntaria emerge de la cancelación de la política, pues el sistema capitalista neoliberal fundamentado en la técnica vía el paradigma neurobiológico no necesita más de los lazos sociales; es un mecanismo (como en el más deseado sueño cartesiano, el del lenguaje matemático del filósofo) que funciona solo, con absoluta autonomía de los sujetos.
            El cine y el arte popular en general, que se ha plagado de seres que sobreviven a su propia muerte (vampiros, zombies, etc.), denuncia esta inexistencia del lazo social donde el lenguaje y por lo tanto la política se realizaban. Así que el mundo marcha hacia su propio exterminio en un mecanismo de relojería suizo. El colmo de la demostración de la cancelación de la política: no hay dónde narrar nada, porque todo sucede en un automatismo que no necesita, e incluso le estorban, los relatos.
            La posmodernidad como fin de los grandes relatos y de la política ya fue, hoy debemos volver a la política como un proyecto emancipador. El escepticismo lúcido de los posmodernos, recordar que somos el 1 × 1 del psicoanálisis (entre otras cosas), ha llevado a esta encrucijada donde la técnica es el amo sin sujeto. Pues la caída de los grandes relatos y por lo tanto de la política es el signo de este declive. Bueno, hay que retomar el camino de la emancipación.
            La revolución se consumó en manos del capitalismo neoliberal, todo lo sólido se desvaneció en el aire (parafraseando a Marx); de un modo tal que no hay sujeto beneficiario de esta revolución sino que es la técnica que se consuma a sí misma deglutiendo seres humanos. Vivimos la época descrita por las películas Terminator o Matrix. La propia reproducción indefinida, ilimitada, del régimen neoliberal, es la consumación de la técnica como diversos procesos allende el lazo social porque no lo necesita.

Contingencia del proyecto emancipatorio

            Contingencia del proyecto emancipatorio (novedad para el comunismo); a diferencia del marxismo que veía una lógica en la historia que garantizaba más tarde o más temprano la dictadura del proletariado (la emancipación). Parte del fracaso de aquellos proyectos tuvo que ver con esa excesiva confianza en la coherencia de los procesos históricos. El psicoanálisis puede ser un ámbito en donde rever esas concepciones teleológicas y plantear un proyecto político posible.
Hasta ahora los proyectos emancipatorios reprimieron lo que es la condición humana (esta condición humana que el psicoanálisis propone en palabras de Jorge Alemán); para la emancipación el trabajador debe tomar la decisión de no seguir siendo explotado, pero aquí aparece la paradoja, resulta que el circuito del capital implica al sujeto (que a su vez desea participar de ese circuito), se da así la servidumbre voluntaria: "soy explotado porque conviene a mi deseo" aunque la técnica sea la hacedora y usufructuante  de esa servidumbre. Se piensa el fin del mundo antes que el fin del capitalismo.
           
Propedéuticas para una lógica emancipatoria

Una de las posibles coordenadas para una lógica emancipatoria es la siguiente fórmula, Soledad: Común. Es decir, para que la emancipación sea posible debe acontecer un mundo en donde pueda manifestarse la singularidad de cada sujeto y para eso hace falta hallar lo común a todos, eso común es nuestra soledad; nadie muere en mi lugar, nadie hace el amor en mi lugar, nadie demanda por mí; aquí estoy solo yo ejerciendo mi invención que es mi lengua para valerme desde mi soledad radical.                   
            Lo común es el lugar en donde la diferencia puede abrirse como tal, la diferencia que inexorablemente marca la singularidad de cada sujeto, aquello que es intercambiable ontológicamente. La diferencia absoluta exige la igualdad; igualdad es la singularidad garantizada en su realización lingüística. Para esa igualdad la lógica del no todo. Lo que permitiría la igualdad es que cada uno fuera su propia singularidad.
Lo común: cuando los expertos se callan. Las malas noticias del psicoanálisis en su visión del universo subjetivo: No hay relación sexual, no hay meta lenguaje y no hay otro del otro. Lo común sólo puede ser pensado de manera no jerárquica (cuando los expertos callan) y a eso común se le llama la lengua.

     





[i] El goce ahorrado tiene que ver con toda la energía psíquica que debería invertir el cuerpo social (los sujetos de esa sociedad) para luchar por esos derechos y sostenerlos.


    Para el presente texto se ha utilizado como guía una presentación del libro “Soledad: Común” de este psicoanalista argentino. Pueden acceder al video desde el siguiente link: https://www.youtube.com/watch?v=PaeuK_IISVw


Jorge Costela
CEPEL - Centro de Estudios Políticos Encuentro Latinoamericano




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