Lo que el mundo denominó crisis en la
primera década del 2000 no es una crisis, es un nuevo modelo de articulación
del capital. Se utiliza el significante crisis para ocultarlo. Se dice: hay un
estado de cosas que debemos resolver porque así no se puede seguir; una vez
hayamos tomado las decisiones correctas todo se restablecerá al punto de bienestar
anterior. Y lo que en realidad está sucediendo es una serie de maniobras que
tienen por resultado; por un lado la acumulación de recursos planetarios cada
vez en menos manos y por el otro (de manera concomitante) el ordenamiento del
mundo a los fines de la técnica. La técnica que avanza como un emperador
cyborg (sin sujeto) sobre la humanidad.
Movimiento circular que se da a partir de esta maniobra manipuladora del capitalismo (lo mentado como crisis); se exige la renuncia a todo tipo de derechos y ese ahorro de goce[i] se acumula en otro lado (en el emporio accionario, bélico, etc.), vuelve a solicitarse más y más renuncias y el circuito recomienza. Exactamente así describió Lacan al discurso capitalista.
Movimiento circular que se da a partir de esta maniobra manipuladora del capitalismo (lo mentado como crisis); se exige la renuncia a todo tipo de derechos y ese ahorro de goce[i] se acumula en otro lado (en el emporio accionario, bélico, etc.), vuelve a solicitarse más y más renuncias y el circuito recomienza. Exactamente así describió Lacan al discurso capitalista.
Dado esto, hay que volver a pensar la
política en términos emancipatorios. Por qué, porque el mundo marcha hacia su
propio exterminio, prueba de ello es que se piensa el fin del mundo antes que
el fin del capitalismo. Uno puede imaginar (como lo hace el cine Hollywoodense)
las góndolas repletas de los supermercados y ningún sujeto sobreviviente,
ningún testigo del crimen.
El problema
que se nos presenta ahora, en este nuevo proceso emancipatorio es que el
discurso del capital y su circularidad implica a los sujetos, llegando a
producirse lo que podemos llamar servidumbre voluntaria. Esa servidumbre
voluntaria emerge de la cancelación de la política, pues el sistema capitalista
neoliberal fundamentado en la técnica vía el paradigma neurobiológico no
necesita más de los lazos sociales; es un mecanismo (como en el más deseado
sueño cartesiano, el del lenguaje matemático del filósofo) que funciona solo,
con absoluta autonomía de los sujetos.
El cine y el
arte popular en general, que se ha plagado de seres que sobreviven a su propia
muerte (vampiros, zombies, etc.), denuncia esta inexistencia del lazo social
donde el lenguaje y por lo tanto la política se realizaban. Así que el mundo
marcha hacia su propio exterminio en un mecanismo de relojería suizo. El colmo
de la demostración de la cancelación de la política: no hay dónde narrar nada,
porque todo sucede en un automatismo que no necesita, e incluso le estorban,
los relatos.
La posmodernidad
como fin de los grandes relatos y de la política ya fue, hoy debemos volver a
la política como un proyecto emancipador. El escepticismo lúcido de los
posmodernos, recordar que somos el 1 × 1 del psicoanálisis (entre otras cosas),
ha llevado a esta encrucijada donde la técnica es el amo sin sujeto. Pues la
caída de los grandes relatos y por lo tanto de la política es el signo de este
declive. Bueno, hay que retomar el camino de la emancipación.
La
revolución se consumó en manos del capitalismo neoliberal, todo lo sólido se
desvaneció en el aire (parafraseando a Marx); de un modo tal que no hay sujeto
beneficiario de esta revolución sino que es la técnica que se consuma a sí
misma deglutiendo seres humanos. Vivimos la época descrita por las películas
Terminator o Matrix. La propia reproducción indefinida, ilimitada, del régimen
neoliberal, es la consumación de la técnica como diversos procesos allende el
lazo social porque no lo necesita.
Contingencia del proyecto emancipatorio
Contingencia
del proyecto emancipatorio (novedad para el comunismo); a diferencia del
marxismo que veía una lógica en la historia que garantizaba más tarde o más
temprano la dictadura del proletariado (la emancipación). Parte del fracaso de
aquellos proyectos tuvo que ver con esa excesiva confianza en la coherencia de
los procesos históricos. El psicoanálisis puede ser un ámbito en donde rever
esas concepciones teleológicas y plantear un proyecto político posible.
Hasta ahora los proyectos
emancipatorios reprimieron lo que es la condición humana (esta condición humana
que el psicoanálisis propone en palabras de Jorge Alemán); para la emancipación
el trabajador debe tomar la decisión de no seguir siendo explotado, pero aquí
aparece la paradoja, resulta que el circuito del capital implica al sujeto (que
a su vez desea participar de ese circuito), se da así la servidumbre
voluntaria: "soy explotado porque conviene a mi deseo" aunque la técnica
sea la hacedora y usufructuante de esa
servidumbre. Se piensa el fin del mundo antes que el fin del capitalismo.
Propedéuticas para una lógica emancipatoria
Una de las posibles coordenadas para
una lógica emancipatoria es la siguiente fórmula, Soledad: Común. Es decir,
para que la emancipación sea posible debe acontecer un mundo en donde pueda
manifestarse la singularidad de cada sujeto y para eso hace falta hallar lo
común a todos, eso común es nuestra soledad; nadie muere en mi lugar, nadie
hace el amor en mi lugar, nadie demanda por mí; aquí estoy solo yo ejerciendo
mi invención que es mi lengua para valerme desde mi soledad radical.
Lo común es
el lugar en donde la diferencia puede abrirse como tal, la diferencia que
inexorablemente marca la singularidad de cada sujeto, aquello que es intercambiable
ontológicamente. La diferencia absoluta exige la igualdad; igualdad es la
singularidad garantizada en su realización lingüística. Para esa igualdad la
lógica del no todo. Lo que permitiría la igualdad es que cada uno fuera su
propia singularidad.
Lo común: cuando los expertos se
callan. Las malas noticias del psicoanálisis en su visión del universo
subjetivo: No hay relación sexual, no hay meta lenguaje y no hay otro del otro.
Lo común sólo puede ser pensado de manera no jerárquica (cuando los expertos
callan) y a eso común se le llama la lengua.
[i]
El goce ahorrado tiene que ver con toda la energía psíquica que debería
invertir el cuerpo social (los sujetos de esa sociedad) para luchar por esos
derechos y sostenerlos.
Para el presente texto se ha utilizado como guía una presentación del libro “Soledad: Común” de este psicoanalista argentino. Pueden acceder al video desde el siguiente link: https://www.youtube.com/watch?v=PaeuK_IISVw
Jorge Costela
CEPEL - Centro de Estudios Políticos Encuentro Latinoamericano
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