9 abr 2013

De los nuevos tiempos que han de venir

Suele oírse, cada vez con mayor ahínco, el aserto de que estamos viviendo un momento histórico. Esto es, que somos testigos y cómplices de un período de profundos cambios en la Historia.

Es sabido que todos los Tiempos son Históricos y que de hecho, no habría Historia sin una forma característica y general, de concebir al Tiempo, a saber: Que es un “venir que se va”. Pero no pecando de ingenuos, aceptamos que la habitual y cotidiana expresión “Tiempo histórico” se está refiriendo en verdad a un lapso espacio-temporal (en verdad, después de Einstein, es aceptada la opinión de que “Espacio” y “Tiempo”, no constituyen dimensiones distintas y separadas) que muestra una marcada diferencia y distinción, en relación a otros pasados. Refiriéndonos en la jerga de cualquier Científico Social, “estamos ante un simbronaso de la estructura o en un posible Salto de Bloque Histórico”. Es en estos instantes cósmicos, en los que domina una invencible Incertidumbre, es decir, una “suspensión de la afirmación y negación” que aqueja a cualquiera que se pretenda exegeta de los hechos sociales. ¡¿Cuál será la siguiente “Medida de todas las cosas?! ¿Estaremos ya, en el desierto del que nos advertía hasta el cansancio, el filósofo Nietzsche? 
Pero de ningún modo debe asimilarse la Incertidumbre, con la “Inacción”. Al contrario, es común que los principales protagonistas de la Política Mundial, así como los grandes monopolios que manejan el Mercado y los monstruosos especuladores del Sistema Financiero, estén en estado de alerta, como acechando aquella Interpretación que abra las puertas del próximo orden del escenario. Quien más velozmente lo aprehenda, más rápido se ajusta y mayor es la adaptación a los “nuevos tiempos” ¡Que comience la carrera!. 
Pero en “Crisis”, las reglas del juego suelen ser des-atendidas y de hecho parecieran disolverse. De modo que los jugadores más fuertes puedan actuar sin ligamientos de ningún tipo e intentar moldear el nuevo “estado de las cosas”, a su imagen y semejanza (Establecer las nuevas reglas del juego). Esto es lógico: Si entendemos a la “Estructura” como a un “Orden y disposición de partes que conforman un Todo”, que a su vez establece “pautas de comportamiento”, y es este mismo Orden el que ha entrado en conflicto, entonces concluiremos que en el transcurrir del “periodo-puente” es cuando se dan los tan temidos “ajustes”, por parte de los Factores de Poder más influyentes a nivel mundial. 
Empero, el panorama se hace menos alentador, si consideramos que, luego de la Guerra Fría, cualquier “Equilibrio” posible tiene que procurar caminar sobre un hilo y “en una pata”. Pues no podemos dejar de pensar en la más amenazante maquinaria militar, que pone en “jaque”-paradójicamente-a la supervivencia del hombre en la Tierra. ¡Única y perversa la Humanidad, que ha sabido crear la aniquilación de su propia Especie! ¿Podría Darwin haberse percatado de esto? Nietzsche sí. Pues fue el primero (¿y el último?) en gritar la advertencia que habla de esta manera: “¡El hombre no está preparado para gobernar al Mundo!” 
Hace ya, más de medio siglo, que el “Reloj del Apocalipsis”- reloj simbólico creado en 1947, por una Junta Directiva que nuclea a Científicos de la Universidad de Chicago – marca, en promedio, “Cinco minutos para la Medianoche”. ¡Hay motivos para preocuparse! 

Y en vísperas de la tensión entre Corea del Norte y Estados Unidos, la pregunta final (“La última Pregunta”, cuento de Isaac Asimov) ¿Volveremos a hacer la “Guerra con Garrotes”, como advertía Einstein? 

De todos modos, estarán los “pesimistas” y los que ven el “vaso medio lleno” y cualquier análisis es incompleto si no consideramos la posición que ocupa hoy, América Latina. Pero esto nos llevaría a una extensión de la nota que podría aburrir al lector, por lo que se ha decidido escindir del análisis, la cuestión Latinoamericana, en particular.



Santiago Riveros Oliva
Estudiante de Ciencias Políticas de la UNSJ


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